El método para evitar que nadie cuestione mis instrucciones
En los últimos años se ha acuñado un término que está muy de moda en todas las Escuelas de Negocios y las compañías “Líder”.
Independientemente de mi interpretación de las connotaciones de esa palabra, a raíz de una anécdota que viví hace unos días, busqué su significado en wikipedia y lo describe así:
Liderazgo: Es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo en el logro de metas y objetivos.
También se entiende como la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar un proyecto, de forma eficaz y eficiente, sea éste personal, gerencial o institucional (dentro del proceso administrativo de la organización).
El liderazgo entraña una distribución desigual del poder. Los miembros del grupo no carecen de poder; dan forma a las actividades del grupo de distintas maneras. Aunque, por regla general, el líder tendrá la última palabra.
Hasta aquí genial, pero ¿qué pasa realmente en las empresas? ¿Cómo aplican este término las nuevas generaciones en realidad? ¿Se trata solo de una palabra que es muy “cool” en el ámbito profesional?
El pasado fin de semana, decidí junto con mi marido salir a caminar. Últimamente no hago mucho deporte y al menos con los paseos me activo un poco, hasta que vuelva a tener una rutina de entrenamiento que espero no tardar en establecer.
A la vuelta de la caminata, paramos a tomar una cervecita (como no podía ser de otro modo después del esfuerzo..) en una pequeño bar que hay justo al lado de casa; es un sitio pequeñito pero tiene una terraza muy agradable y ya somos habituales.
Cuando íbamos a marcharnos, vimos llegar a un grupo de personas de entre 25 y 35 años, que estaban buscando un sitio para comer y como en la zona no hay muchos, aterrizaron ahí.
Mientras esperaban a ser atendidos, llegó a mis oídos un fragmento de conversación entre dos de aquellas personas y ese momento me transportó 30 años atrás, justo al comienzo de mi vida laboral.
Se trataba de dos mujeres y una le decía a la otra que ella, por convicción, siempre contrataba para trabajar en sus equipos a personas más jóvenes que ella porque “obedecían” mejor.
Los profesionales mayores que ellas no aceptaban tener una jefa más joven y tenía problemas para que obedecieran sus órdenes, para que no la cuestionaran continuamente.
Su interlocutora asintió y comentó que sí que mejor eso o sino personas en prácticas o becarios.
Esto fue en cuestión de 2 o 3 minutos porque ya nos estábamos yendo, pero fue tiempo suficiente para dejarme francamente impresionada.
Empezando por el lenguaje y siguiendo con el tono que utilizó, palabras como “jefe”, “ordenes” u “obedecer” «cuestionar».
Escuchar esto en personas de una generación que, supuestamente, se ha formado en una nueva manera de hacer las cosas, en el concepto del líder vs el jefe, en la formación para el desarrollo de habilidades como el trabajo en equipo, me hizo pensar que, una vez más, los deseos están muy distantes de la realidad.
Las empresas invierten cantidades ingentes para la formación de sus empleados en habilidades que les ayuden a gestionar mejor sus proyectos y sus equipos, para motivar y de esa forma conseguir mejores resultados.
Sin embargo, todavía el ser humano está inevitablemente atado a las viejas costumbres que se transmiten de generación en generación, como es la necesidad de sentir que se tiene el poder sobre los demás sin que nadie lo cuestione.
YO MANDO; TU OBEDECES
Está claro que el mal de muchas personas como éstas es que les gustan las personas jóvenes, no porque sean jóvenes, sino porque son sumisos.
Me pregunto entonces, si también prefieren más jóvenes que ellos en el caso de que sean sus superiores.
Estoy de acuerdo contigo Florencio, más que la juventud se busca la sumisión y, en mi opinión, eso no enriquece a nadie ni te hace crecer como directivo.
jajajajajaja, como la vida misma. Es curioso cuanta gente hay así y no pueden estar más equivocados.
La experiencia, es un grado. No vas a obedecer a una persona que te manda tirarte por un barranco, cuando hay un camino, Hay gente de mucha valía, independientemente de la edad que tenga y el que sabe mandar, le da igual la edad de sus subordinados. También hay gente que no vale para mandar y ahí están poniendo en pie de guerra al personal. No es fácil ser un buen lider, no es fácil saber tratar al personal, cada uno somos a nuestro Dios
Gracias Mabel, no podría haberlo expresado mejor.