Desaprender para seguir aprendiendo o desaprender para reaprender
Es una terminología que estamos acostrumbrados a escuchar habitualmente en las escuelas de negocios, talleres y workshops relacionados con la gestión del conocimiento. Se recomienda aprender a desaprender para volver a aprender nuevos hábitos, nuevas formas de hacer y conseguir así optimizar las capacidades de los profesionales que están expuestos a contínuos cambios. Desaprender, pensar «out of the box», ser imaginativos para resolver problemas; son términos muy actuales en esos ámbitos, pero no tanto en otros entornos de la vida cotidiana. De ahí mi sorpresa cuando me recomendaron hacer este proceso «en la peluquería».
Acabo de volver de pasar una semana con mi familia en Bilbao y no ha faltado la típica tarde para ir a comer, visitar tiendas y para ir a la peluquería. Y aquí fue donde me asombró escuchar la palabra DESAPRENDER. El profesional (me pareció muy coherente, por cierto) me recomendó «desaprender» todo lo que sabía sobre la utilización de determinados productos que habían funcionado y funcionaban bien para «aprender» las bondades en la aplicación de nuevos productos, técnicas, y aparatología que ahora ofrecían mejores resultados; en mi caso mayor volumen para mi pelo.
Hablando con Raul (ese es el nombre del peluquero) me dí cuenta de que yo, en estos momentos, estoy en esa tesitura, pero no es fácil aprender a desaprender. Al menos a mí no me lo parece.
Desde que nacemos vamos aprendiendo en nuestra familia, nuestro colegio, nuestro trabajo, nuestros amigos, vamos creando nuestra propia experiencia y con todo esto vamos conformando nuestra vida.
Desde hace unos años, el entorno en el que nos movemos esta en constante cambio y esto genera la necesidad de revisar permanentemente los hábitos, conocimientos y habilidades adquiridas a lo largo de todo este tiempo. Sí, el conocimiento se vuelve obsoleto.
Es necesario hacer las cosas de distinta manera, porque los comportamientos de las personas han cambiado, porque las nuevas generaciones ya no se relacionan igual ni tienen las mismas necesidades, porque la tecnología tiene un rol primordial, porque si no hablas inglés no existes. Y tú tienes que ir evolucionando al compás de todo esto.
En lo que a mí respecta no sé si se puede aplicar este término, tal como está concebido en los manuales, pero lo cierto es que tengo que desaprender a vivir como vivía y volver a aprender a vivir una nueva etapa de mi vida, en cuya combinación han cambiado algunos componentes, otros han desaparecido y hay algunos nuevos todavía por explorar.
Todo esto, además de cambiar sustancialmente mi vida cotidiana está cambiando mis pensamientos y porque no decirlo, mis sentimientos; a veces de manera espontánea y otras veces de forma consciente.
Todavía no sé si actuamos antes sobre la cabeza o sobre el corazón; lo que sí sé es que es un tandem indisoluble que es el que nos lleva a materializar o no los cambios en la acción; porque no siempre nos gusta abandonar nuestra zona de confort para iniciar la aventura de lo desconocido.
Soy consciente de que todavía tengo que seguir desaprendiendo y también de que tengo que volver a aprender, pero ahora el tiempo es un regalo, que seguro me ayuda en este proceso de revisión de mí misma y mis nuevos horizontes.
En cualquier caso, es fascinante poder llegar a este momento manteniendo intacta la capacidad de sorpresa, de aprendizaje, de nuevas relaciones y de poder vivir según vaya escuchando lo que me cuenta cada uno de mis días.
Pues no es difícil ni nada, somos animales de costumbres y sin querer, volvemos a lo nuestro. Y a fuerza de ver que estamos equivocados, volvemos a intentarlo. Cambiar cuesta y desacostumbrarte. ni te cuento. Poco a poco rectificamos, hasta que llega otro cambio y vuelta a empezar. Muchas veces lo mandamos «a freir espárragos» y tiramos por la primera calle que encontramos.
Es cierto, cuando le ponemos consciencia nos cuesta mucho más; sin embargo cuando lo hacemos obligados por las circunstancias probablemente estamos tan centrados en esas circunstancias que percibimos menos el coste personal de los cambios.